sábado, 9 de enero de 2010

¡NO HAY TAL COSA como una buena persona! (Español)

Quizá este mensaje no sea una lectura agradable; pero he decidido escribir este breve artículo urgentemente titulado, ‘No hay tal cosa como una buena persona’ porque es algo que nosotros, como creyentes, tenemos que confrontar constantemente en el evangelismo y a la hora de compartir el evangelio. Tristemente, he notado que muchos santos no se enteran de la importancia ni de la claridad de esta doctrina bíblica tan fundamental. Además, veo a muy poco ministerios en Internet que estén ofreciendo ayuda a los creyentes en esta área porque no es un tema popular en nuestra sociedad humanística y hombre-céntrica. ¡Muchos están más preocupados por perder algunos miembros de su grupo que por predicar la verdad! Una de las necesidades más apremiantes de la iglesia del siglo XXI es entender lo que la Biblia REALMENTE dice acerca de los hombres y mujeres no salvos.

Si preguntas a la gente, “¿A dónde irás después de la muerte?” un 95% te contestará, “Voy al cielo”. Y luego si preguntas a aquellas personas, “¿Por qué?” Casi un 100% te dirá, “Porque soy una buena persona”. Los principios que voy a presentar aquí son bíblicos, así que apunta los versículos con libertad e intenta aprender algunos de ellos de memoria; y no tengas miedo de usarlos en tus diálogos con los incrédulos. Es el poder del Espíritu Santo que trae convicción de pecado, y sabemos que el Espíritu siempre obra en armonía con la Palabra de Dios: “y ellos, llenos del Espíritu, hablaron con denuedo la palabra de Dios” (Hechos 4:31).

‘Yo soy una buena persona’ es la mentira más feroz que Satanás jamás ha vendido a la humanidad. Esta perversión de la verdad ha enviado a más personas al infierno que cualquier otra a lo largo de la historia del mundo. ¿Cuántas veces has oído estas frases: ‘Voy al cielo porque soy una buena persona!’ o ‘No necesito arrepentirme porque soy una buena persona’ o ‘Dios me ama porque soy una buena persona’? ¡Mal, mal, mal!

Los incrédulos pueden tener unas ideas religiosas maravillosas y quizá te impresionen con su conocimiento; pero la única cosa que necesitan saber es que son PECADORES. Esto siempre ha sido la manera bíblica de predicar; y si tú compartes el evangelio de otra forma, tu evangelio (lamento decírtelo) no es escritural.

Si nos gusta o no, cada individuo nace en iniquidad (Salmo 51:5; 58:3); la caída de Adán en el Edén ha afectado a toda su posteridad (Romanos 5:18-19). Pero hoy día este tipo de lenguaje bíblico no es popular porque queremos tener a entrenadores de baloncesto en nuestros púlpitos para decirnos lo bueno que somos y para reconfortar nuestro ego.

Debido a nuestro estado pecaminoso y depravado, estamos completamente pervertidos ante los ojos de Dios, malos en todos nuestros pensamientos e imaginaciones (Génesis 6:5; Job 15:14-16; Salmo 130:3; 143:2; Eclesiastés 7:20; Jeremías 13:23; 1 Juan 1:8). No hay nadie que pueda decir, ‘Me he mantenido limpio; y nunca he pecado’ (Proverbios 20:9); incluso nuestras buenas obras- religiosas, morales- son una abominación para Dios (Isaías 64:6). La luz vino a este mundo y la odiamos porque amamos las tinieblas (Juan 3:19). Y CADA UNO, CADA INDIVIDUO que hay entre nosotros está en pecado, ¡sin excepción! (Sea el pastor o el anciano más piadoso de tu iglesia; sea un violador serial que está a punto de morir mediante la inyección letal). No hay ninguno bueno, NO NI UNO (Romanos 3:9-12). Y si decimos que no hemos pecado, ¡somos unos mentirosos! No lo he dicho yo, sino el Espíritu Santo (1 Juan 1:8).

Y este carácter pecaminoso significa que, por naturaleza, odiamos a Dios. Nunca nos acercaríamos a Él porque nuestra mente carnal es enemistad contra Él. Romano 8:7 no solamente nos dice que somos enemigos de Dios; sino que nuestra mente es ENEMISTAD contra Él. Yo puedo reconciliarme con mi enemigo; pero jamás con la enemistad misma. Somos tan depravados que Cristo dijo, “Ninguno PUEDE acercarse a Mí” (Juan 6:44; 6:65; 8:43-45; 10:26; 12:37-41). El espíritu de este mundo no puede recibir la verdad de Cristo (Juan 14:17; 1 Corintios 2:14).

Así que, el hombre natural está muerto en pecado ante Dios. Él no está ‘enfermo’ en pecados ni ‘medio-muerto’ en transgresiones. No hay grados de muerte. O estás muerto o estás vivo; o uno o el otro. Y el hombre pecador está muerto (Génesis 2:16-17; Colosenses 2:13). De allí la necesidad del NUEVO NACIMIENTO porque estamos muertos en delitos y pecados (Juan 3:5-7; Efesios 2:1-3).

Nuestra vida, sin Cristo, es una de mal continúo y ceguera espiritual; y el corazón carnal es completamente engañoso (Génesis 8:21; Eclesiastés 9:3; Jeremías 17:9; Marcos 7:21-23; Juan 3:19-21; Efesios 4:17-19; 5:8) porque en un estado sin Cristo, somos siervos de Satanás (Juan 8:34; 8:44; Romanos 6:20; 2 Timoteo 2:25-26; Tito 3:3; 1 Juan 5:19). Esto quiere decir que todo el ser del hombre o de la mujer no regenerado está mal y maligno 100% a la vista de Dios (Job 14:4; Mateo 7:16-18; Santiago 1:13-14).

No hay tal cosa como una buena persona. A la luz de tantos versículos bíblicos, casi no necesito afirmar la importancia de esta doctrina. ¿Por qué es esta verdad tan importante? ¡Porque sin esta enseñanza jamás vamos a evangelizar a los perdidos! ¿Por qué preocuparnos por predicar el evangelio si no hay tal cosa como un pecador?

Si pensamos de verdad que los esquimales en el Polo Norte o las tribus remotas y escondidas en la selva amazónica son buenas personas en lo más fondo de su corazón; y como no han oído el evangelio, van a ir al cielo cuando se mueran; entonces pregunto, ¿por qué malgastar nuestro tiempo evangelizando? La abuelita más amable y dulce que hay, y que no conoce a Cristo, es una pecadora, así es, ¡si nos gusta o no! Los apóstoles sabían que cada persona sobre la faz de la tierra está completamente perdida y se está yendo hacia el infierno; y el único remedio para aquel estado maldito es las BUENAS NUEVAS del EVANGELIO de Jesucristo. Él vino para “salvar a Su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21).

¡Predica a Cristo, y a éste crucificado; predica el poder de Su preciosa sangre! Predica: ‘¡Arrepiéntete porque el reino de los cielos se ha acercado!’ como todos los profetas de antaño. Predica el evangelio, a tiempo y fuera de tiempo; y no permitas que nadie más te engañe con esta mentira réproba del infiero, ‘Soy una buena persona’.

La próxima vez que alguien te dice que es una buena persona; contéstale bíblicamente, ‘No hay tal cosa como una buena persona’.

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